«Voces extrañas me incitaban al suicidio»

«Al poco tiempo de habernos casado, mi marido y yo comenzamos a tener pleitos debido a los problemas económicos que surgieron, pese a que ambos trabajábamos por nuestra cuenta. Nos fue tan mal que, de un momento a otro, tuvimos la necesidad de vender nuestra maquinaria y un automóvil. No había dinero para comprar alimento ni para cubrir los gastos básicos de la casa.
Los conflictos fueron en aumento al punto de agredirnos verbal y físicamente; en una ocasión, le abrí el brazo a mi esposo con un cuchillo. La relación y convivencia entre nosotros cambió: éramos dos desconocidos viviendo bajo un mismo techo. Por si fuera poco, llegué a experimentar tormentos espirituales, como escuchar voces extrañas en mi cabeza que me incitaban al suicidio.
En ese lapso, supe de la Universal. Al darme la oportunidad de asistir a las reuniones con la convicción de que Dios haría algo por mí, fue cuando las cosas comenzaron a cambiar: me volví más amorosa y me empeñé en restaurar mi matrimonio; incluso, le pedí a mi esposo que me acompañara para luchar por nuestra relación. ¡Lo logramos!
Con el tiempo, juntos nos recuperamos económicamente: mi esposo tiene un empleo estable que nos permite vivir desahogadamente; de hecho, nos damos el lujo de viajar o comprar lo que queramos. También, Dios nos ha permitido recuperar la maquinaria que alguna vez perdimos, ¡y aún mejor!» -Silvia Rodríguez
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