La raíz de los fracasos, tropiezos y sufrimientos de cada individuo es la falta de una guía segura. Muchos se conducen por las palabras de sus familiares, amigos y su propio corazón; sin embargo, al dejarse llevar por los consejos de los demás, no es raro que cometan errores y tomen decisiones que terminan perjudicándose a sí mismos. Entonces, ¿a quién escuchar? La respuesta se dio en el Santo Culto del pasado domingo 23 de junio, ministrado por el obispo Franklin Sanches.
«En Tu gran compasión, Tú no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no los dejó de día para guiarlos en el camino, ni la columna de fuego de noche para alumbrarles el camino por donde debían andar. Y diste Tu buen Espíritu para instruirles; no retiraste Tu maná de su boca, y les diste agua para su sed. Por cuarenta años proveíste para ellos en el desierto y nada les faltó, sus vestidos no se gastaron ni se hincharon sus pies.» (Nehemías 9:19-21).
«Por 40 años, Dios estuvo con Israel en el desierto como columna de fuego para guiarlos durante la noche y protegerlos de sus enemigos. Y en el día era una columna de nube para protegerlos del calor en el desierto. El pueblo había salido de Egipto y tenía que llegar a la tierra prometida, sin embargo, no tenía mapas ni GPS, en esa época no había nada. Aquella gente dependía 100 % de Dios. Hoy, el Espíritu Santo es ese fuego que Jesús dijo que estaría dentro de nosotros y, cuando viniera, nos guiaría. ¿Se imagina ese fuego dentro de usted guiado su vida, sus decisiones, sus pensamientos, su matrimonio, la educación de sus hijos, sus negocios, su futuro matrimonio, en todo?», explicó el obispo.
Los israelitas eran un pueblo que vivió más de 400 años esclavizado, por lo tanto, no tenían absolutamente nada, ni siquiera instrucción. Pero el Espíritu Santo fue quien les enseñó todo lo que necesitaban. Y no solo eso, en un desierto no hay vegetación, no hay nada, por eso Él les proveía todo, hasta carne comían en ese lugar.
«Ahí usted puede entender por qué David dijo: “el Señor es mi Pastor, nada me faltará”. Porque cuando usted se deja guiar por esa Columna de Fuego, nada va a faltar: no faltará salud, prosperidad económica, paz…», dijo. Y no solo eso, el obispo destacó que ese fuego también transforma nuestro interior: «Le quita sus miedos, sus complejos, su timidez, la cobardía, los malos pensamientos… le quita todo lo que le daña porque, cuando el Espíritu Santo entra al interior de una persona, Él quema todo lo malo que hay en ella y coloca Su fuerza. Eso es lo que hace y quiere hacer en cada uno de nosotros, pero usted tiene que sujetarse a ese fuego y dejar que Él le guíe […]. Cuando se deja guiar por ese fuego, sus decisiones serán acertadas».
Esa es la razón por la que todos necesitan el Espíritu Santo en su vida, porque quien Lo tiene será pleno y nada le detendrá.
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