«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?» (Romanos 8:35).
Cuando uno nace de Dios, es imposible vivir lejos del Padre. Nada ni nadie puede arrancarnos esa llama viva de nuestro interior.
Sabemos que vendrán pruebas, pero ellas nos fortalecen en nuestro caminar. Y así vivimos, de fe en fe, gozando de Su protección, siendo guardados de los peligros y de todos los males.
