Cuando las células del cuerpo se reproducen sin control, se forman tumores, y cuando estos están localizados en alguno de los senos se le conoce como cáncer de mama. Tan solo durante el 2022 se registraron más de 2.3 millones de casos, según informa la Organización Mundial de la Salud. Aunque en su mayoría, las personas no presentan síntomas hasta ya muy avanzada la enfermedad. Sin embargo, algunos pueden experimentan cambios en el aspecto o tamaño del seno, en el color del pezón o secreción que sale por el pezón, y, cuando el cáncer ya se expandió a otros órganos, dolor de cuerpo y de cabeza, tal como lo experimentó Dominga Castro Ortiz.
«Desde que me salieron unos quistes en el seno, estuve en tratamiento durante 12 años y nada; mi seno se empezó a llenar de quistes; pero después comencé con dolores en el cuerpo, sentía como que me quemaba; me dijeron que era cáncer. Estaba triste, angustiada y totalmente desesperada porque tenía dos hijos pequeños y ni siquiera tenía a quién pedirle ayuda; lo único que hacía era llorar. Aunque la enfermedad iba creciendo yo me esforzaba para que mis hijos me vieran mejor, hasta que me dijeron que me cortarían el seno, pero yo no lo acepté, dije “si me voy a morir, mejor me muero completa”, porque mientras uno está en las citas te enteras de muchas historias y ves tantas cosas que te agobias más.
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Mi situación parecía imposible, pensé que ya estaba todo perdido porque los expertos no me dan esperanzas; el cáncer estaba invadiendo el pulmón izquierdo. Solo fui a una quimio, pero como me sentí peor ya no quise volver, porque pensaba que no resistiría. Una conocida vino a mi casa, me dio un periódico y me invitó a la Universal. Ese mismo día fui, ya no tenía nada que perder. Al llegar, casi no podía estar en ese lugar, el dolor era muy fuerte, quería salir corriendo, pero me aguanté. Ese día salí con una paz que nunca había sentido, la Palabra que escuché penetró en mi alma dándome esperanza, fe y fuerzas.
Me sentía bien, la angustia que tenía se fue, aunque no sabía si sanaría, el dolor se había calmado. Continué asistiendo y dejé de tener miedo de morir. Entendí que lo único que me faltaba era luchar de la mano de Dios pues su poder no tiene límites; comencé a luchar obedeciendo la Palabra de Dios. Decidí entregarle mi vida a Dios y a partir de ahí me regreso la alegría, las ganas de vivir y mi mentalidad cambio pues recibí la presencia de Dios. Tiempo después fui con los expertos a revisión y vieron que no tenía nada, pues Dios siempre tiene la última Palabra y para Él no hay nada imposible», finalizó.
Casos Imposibles
¿Tienes una causa en la justicia sin solución? ¿Te han dicho que para tu situación no hay salida? ¿Los problemas que te rodean parecen imposibles de vencer?
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