«Mi papá agredía a mi mamá estando borracho; una vez la policía entró a la casa para llevárselo. Crecí decepcionada de él y le tuve odio. Al crecer, me refugié en malas amistades; en las fiestas, terminaba muy tomada y regresaba sola a casa. Mi mamá decía: “no sirves para nada, eres como tu papá”. Creí en sus palabras, me sentía sin valor y sin futuro. Después, empecé a consumir marihuana, y los maestros ya no me aceptaron en las clases.
No sabía que mi mamá luchaba por mí en la Universal, me invitó y pasé un tiempo asistiendo, pero seguía con mis malas conductas. Una noche se me subió el muerto y pensé: “¿qué estoy haciendo con mi vida?”, me di cuenta de que estaba sufriendo. Con sinceridad hablé con Dios y comprendí la necesidad de buscarlo para lograr un cambio verdadero.
Dejar las fiestas y amistades que no me convenían me dolió, pero supe que, dejándome guiar por Él, me regalaría algo mucho mejor: Su Espíritu, es decir, Su presencia en mi interior.
Comencé a tener asco por los vicios y, aunque me ofrecieron, nunca más acepté. También me ayudó a perdonar a mis padres y a mejorar mi relación con mi familia. Incluso me dio confianza en mí misma y volví a estudiar. La paz que me dio es mejor que cualquier vicio.» -Paola Hernández
Aprovecha esta invitación
No te pierdas esta reunión especial. Fortalece tu alma y tu espíritu con el banquete espiritual que tendremos este día, pues sin duda, al usar tu fe, saldrás lleno de la presencia de Dios.
Te esperamos especialmente a las 7 p. m. en Av. Revolución # 253, col. Tacubaya, alc. Miguel Hidalgo, CDMX. O en la Universal más cercana.
