«Mi dolor resultó ser cáncer»

Más de 4200 mujeres perdieron la batalla contra el cáncer cervicouterino en el 2022, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Y no solo eso, es la segunda causa de muerte de este sector, quedando detrás del cáncer de mama.
Algunos de los síntomas más frecuentes de esta enfermedad son sangrado vaginal anormal, dolor o presión en el área pélvica y secreción inusual. Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, en casos más avanzados puede haber inflamación en las piernas, sangre en la orina y problemas para orinar o evacuar. Estas señales pueden provocar otro tipo de padecimiento, por lo que es importante acudir con un especialista para hacer el chequeo.
Sin embargo, el caso de Laura Rocío Porras no fue una falsa alarma: «Tenía una hemorragia en mi matriz que no paraba. Recuerdo que en el trabajo me dieron mareos y me dolía la cabeza, me asusté. Me dirigí al hospital y me hicieron estudios. Pasaron los días y después de que una especialista de primer nivel analizó mi caso, me dijo que me tenía cáncer, por lo tanto, me tenían que quitar la matriz, pero yo no quería que me intervinieran».
Ella enfrentó esta situación cuando recién había decidido entregarle su vida a Dios, por eso, ella no se rindió porque ya contaba con lo necesario para enfrentar su situación: «En todo el tiempo me estuve apoyando en la Palabra de Dios, pues ahí está escrita la historia de una mujer que padecía lo mismo que yo, pero que por su fe había sido sanada. Así que me aferré a las promesas divina. Estaba indignada contra mi situación, participé en propósitos de fe y seguía las orientaciones que me enseñaban en cada reunión que asistía.
Tiempo después, regresé a consulta, esta vez con el especialista que me iba a quitar la matriz. Lo primero que Él me dijo fue: “Usted no tiene nada y no tiene por qué estar aquí ya que se encuentra ocupando el lugar de otra mujer enferma”».
Después de eso, el sangrado fue desapareciendo. Aun así, su lucha contra lo imposible continuaba: «En 3 ocasiones los sangrados volvieron. Sin embargo, en cada ocasión le decía a Dios: “Señor, Tú no haces nada a medias, ya no quiero batallar con esto, está escrito que Tú ya me libraste de esos males”.
Y por mi fe, me sanó. Gracias a Dios, hoy me siento en buenas condiciones de salud y ya no he padecido nada. Y a pesar de las dificultades que llego a enfrentar, sé que Dios tiene el control, todo tiene su propósito», finalizó.
Casos Imposibles
¿Tienes una causa en la justicia sin solución? ¿Te han dicho que para tu situación no hay salida? ¿Los problemas que te rodean parecen imposibles de vencer?
Entonces, participa todos los sábados en la reunión del Ayuno de los Casos Imposibles. Te esperamos en la Universal más cercana a tu domicilio.
Lee también: «Un virus dejó a mi niño sin ninguna esperanza»
comentarios