Desde temprana edad, Alejandra, se adentró al mundo de las adicciones: alcohol, tabaco, marihuana, cocaína y solventes. Esto con el fin de llenar el vacío que le generaba la desintegración familiar. Para ella morir era la única salida a sus problemas. No obstante, al encontrar con el Espíritu Santo le dio un giro a su vida, no solo tuvo la fuerza para dejar las adicciones, también encontré en Él la guía para hallar la verdadera felicidad.
Ayuno de Daniel
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