En mi hogar había todo menos paz. Mis padres discutían y entre mi hermana y yo las condiciones eran las mismas: parecíamos enemigas… No obstante, todo esto tuvo fin cuando el Espíritu Santo entró en mi vida. Él me dio la sabiduría para transformar a mi familia a través de mi fe. Hoy mi familia está unida y mi hogar es un pedacito de cielo.
Ayuno de Daniel
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