Las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas

Departamento Web 2
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Creer que tener una pareja, hijos o un buen trabajo puede llenar el alma es solo una ilusión. Estas y otras cosas que se anhelan ofrecen un alivio momentáneo, pero no permanente. El alma es como un niño que recibe un juguete: lo disfruta por un tiempo, pero luego desea otro porque ya no es suficiente.

Por más que las personas busquen y logren sus objetivos, muchas veces no comprenden qué es lo que realmente les falta.

En el Santo Culto del pasado domingo 22 de diciembre, el obispo Franklin Sanches explicó que, en efecto, nada en este mundo está a la medida del alma, salvo Alguien: el Espíritu Santo.

«Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.» (2 Corintios 5:14-15).

La clave para que la presencia de Dios habite en nuestro interior es permitir que nuestra vieja naturaleza muera. Esto se logra mediante el arrepentimiento y una entrega total al Señor. Como explicó el obispo: «la persona tiene que entregar toda su vida, si no, continuará siendo la misma. Mucha gente se frustra y dice: “es que estuve en la iglesia, ya hice esto y lo otro”. Supuestamente ya hizo todo, menos una cosa: no entregarse porque nunca quiso un compromiso con Dios».

«De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne; aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.» (2 Corintios 5:16-17).

«Observe que él no dijo: “los que están en la iglesia o tienen una religión”. Lo que dijo fue: “De modo que si alguno está en Cristo”. ¿Qué significa esto? Permanecer en Él en cualquier lugar: en el trabajo, la universidad, el hogar o la iglesia. Es imposible que alguien esté en Cristo y siga con las mismas actitudes, las mismas mentiras o los mismos engaños. Quien está en Cristo es una nueva criatura», destacó.

Esta transformación es evidente. Aunque físicamente la persona siga siendo la misma, interiormente es distinta: ya no es grosera, sino atenta, cariñosa y amorosa con su familia. Incluso si los demás no la tratan bien, responde con respeto y amabilidad.

«Hoy usted puede comenzar una nueva vida, sin importar quién sea. Lo único que Dios quiere saber es qué hará de aquí en adelante. Por más horrible que haya sido su vida, por más difícil que haya sido su pasado o por más triste que sea su situación, basta con tomar una sola decisión […]. Como mencioné, el alma está hecha a la medida de Dios. Así como usted paga por una prenda hecha a medida, también hay un precio para que Él habite en usted: toda su vida. Pero si se entrega completamente, el Espíritu Santo llenará su alma y se convertirá en la persona más rica del mundo. La verdadera riqueza no son las empresas, cuentas bancarias, negocios o propiedades, que al morir no podrá llevarse, sino la riqueza que tendrá por toda la eternidad.

Cuando el Espíritu Santo abrigue su alma, sentirá Su abrazo, la paz que solo Él puede brindar, y, sobre todo, verá cómo su vida comienza a transformarse», finalizó.

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