El pasado domingo 29 de diciembre de 2024, la Universal en Pachuca reinauguró con un evento especial al que asistieron alrededor de 700 personas. La reunión, ministrada por el obispo Franklin Sanches, inició a las 4 p. m.
Con más de 20 años de presencia en este lugar, la iglesia ha tenido una historia significativa. Su trayectoria comenzó en un pequeño espacio dentro de una plaza y, posteriormente, se trasladó dos veces a dos salones de fiestas, uno más grande que el otro.
Durante los ocho meses de remodelación recientes, las actividades de la iglesia no se detuvieron; las reuniones continuaron realizándose en un salón provisional.
En el encuentro especial de reinauguración, el obispo habló sobre la importancia de vivir conforme a las enseñanzas del Señor Jesús, citando:
«Pero buscad primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» (Mateo 6:33).
El obispo explicó que este versículo resume lo esencial para que las cosas salgan bien y podamos alcanzar la prosperidad en el nuevo año. Afirmó que poner a Dios como prioridad nos guía, fortalece y brinda sabiduría para lograr nuestros objetivos.
En el marco del evento, el altar fue consagrado y santificado con aceite, determinando que de él emane vida para quienes buscan a Dios. La jornada también fue marcada por milagros de sanidad y decisiones transformadoras: algunos asistentes decidieron iniciar una nueva etapa en su vida espiritual mediante el bautismo en las aguas.
Detalles de la iglesia renovada
- Capacidad del salón principal: 606 butacas
- Bautisterio: Ubicado en el altar
- Auditorios adicionales:
- Uno con capacidad para 54 butacas, destinado a los obreros
- Otro con capacidad para 80 butacas, de uso múltiple
- Espacios para niños y adolescentes:
- Dos salones para la Escuela Bíblica Infantil
- Un salón para la Fuerza Teen Universal
- Capacidad del estacionamiento: 70 autos
Si resides en la zona, puedes acudir de lunes a domingo a:
Av. Francisco I. Madero # 100, col. Céspedes, Pachuca de Soto, Hidalgo.
A media cuadra del Hospital General de Pachuca.
Una historia de fe y dedicación
Esmeralda Gómez Moreno, de 42 años, llegó a la Universal en Pachuca el 3 de diciembre de 2004. En ese entonces, la iglesia apenas llevaba unos días de haber abierto en un pequeño espacio dentro de la antigua Plaza 2000.
«La iglesia estaba en una sala de cine muy antigua y pequeña, donde se daban servicios todos los días. Empezamos con 5 personas; luego 10, y así comenzó a crecer», recuerda Esmeralda.
Antes de llegar a la iglesia, enfrentaba varios problemas personales, como rebeldía, depresión y la pérdida de su padre. «Participando en las reuniones de viernes y domingo, por mi fe, logré ser libre de todo mal. Decidí bautizarme en las aguas, recibí el Espíritu Santo y empecé a servir a Dios como obrera. Fui la primera obrera consagrada en Pachuca», relató.
De ahí en adelante, dedicó tiempo a los trabajos de evangelización: «en ese entonces no teníamos redes sociales. Subíamos a los cerros, íbamos a las colonias, a los parques… a donde fuera necesario para llegar a las personas que sufrían».
Con el tiempo, el espacio en la antigua plaza se volvió insuficiente: «las personas se quedaban afuera escuchando la reunión. Hicimos propósitos, ayunos, hasta que por fin se abrió otra puerta: un salón de fiestas ubicado en la Avenida Madero», explicó.
Pasaron aproximadamente 8 años, y nuevamente el lugar comenzó a quedar pequeño. «Dios merecía algo más grande. Luego vino la pandemia de la influenza estacional, y la iglesia no podía estar abierta. Pero nosotros hacíamos oración: íbamos con los enfermos, con los sufridos. Después de esta contingencia, al poco tiempo, otra puerta se abrió: cerca de nosotros estaba uno de los salones más grandes y conocidos de la ciudad en ese momento. Sin embargo, la lucha fue mayor porque no querían rentarlo. Hicimos oración para que esa puerta se abriera», narró.
La respuesta llegó. Inicialmente, el espacio fue prestado solo para realizar un servicio especial. Cuando se preparó todo, el lugar se llenó por completo. Con el tiempo, la Universal reabrió sus puertas en este nuevo espacio, donde se mantiene en la actualidad.
Para Esmeralda, cada etapa ha requerido grandes esfuerzos, pero los resultados han sido profundamente satisfactorios: «ver Su nueva casa es algo inexplicable. Si antes fue una bendición para Pachuca, ahora será el doble. Pienso que es algo que Dios se merece, y aún más. Llegué muy joven, y estos años han sido una verdadera bendición. Todo lo que tengo en mi vida me lo ha dado Dios: terminé mi carrera de licenciatura en Ciencias de la Educación, obtuve mi plaza, tengo una familia bendecida, conquistamos nuestra propia casa, nuestro auto y, sobre todo, cuento con Su presencia», concluyó.
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