Jezabel en Tiatira (Parte 1)

«Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a Mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos. Le he dado tiempo para arrepentirse, y no quiere arrepentirse de su inmoralidad.
Mira, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos mataré con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras.
Pero a vosotros, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de satanás, como ellos las llaman, os digo: No os impongo otra carga. No obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que Yo venga.
Y al vencedor, al que guarda Mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones; y las regirá con vara de hierro, como los vasos del alfarero son hechos pedazos, como Yo también he recibido autoridad de Mi Padre; y le daré el lucero de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.» (Apocalipsis 2:20-29).
Cuando el Señor Jesús hace referencia a Jezabel es para que consideremos su historia con relación a Israel. A partir de entonces, podemos tener una idea de lo que estaba sucediendo en Tiatira, y que aún hoy sucede con muchos cristianos. Jezabel era una princesa, hija del rey sacerdote de Tiro, Et-baal. El rey de Israel, Acab, se casó con ella para hacer una alianza política y económica con los sidonios, con el fin de fortalecer a Israel contra sus enemigos. Tiro era una potencia comercial y bélica en la época.
Esa alianza, desde el punto de vista humano, parecía haber sido un golpe maestro del rey Acab. Queriendo alcanzar sus objetivos económicos, actuó por la razón y la astucia. Pero, en realidad, terminó importando a una representante del infierno hacia dentro de Israel.
Continuará…
Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego
Autor: Obispo Renato Cardoso
Sigue con: ¿Cómo volverme hijo amado de Dios?
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