«Aborrezco a los hipócritas, empero amo tu ley. Tú eres mi escondedero y mi escudo; en tu palabra espero.» (Salmos 119:113-114).
Lo que más agrada a Dios es cuando Lo ponemos en primer lugar en nuestras vidas. Para eso es necesario que nuestros pensamientos estén ocupados con Su Palabra, buscando agradarle y refugiándonos siempre en Sus Leyes, que nos protegen como un escudo, si permanecemos viviendo de fe en fe.
