El fuego y el cuchillo

El fuego y el cuchillo

Por Departamento Web 2

¿Qué busca Dios en cada uno de nosotros? Esta es una pregunta frecuente que las personas suelen hacerse. El pasado domingo 7 de julio, durante el Santo Culto, el obispo Franklin Sanches aclaró que solo es necesaria una cosa: la humildad de ser sincero.

«Todo lo que Dios espera de una persona es la humildad de reconocer que Lo necesita, es decir, tener sinceridad en el momento que ella habla con Dios; sus palabras no son adornadas, sino que salen de su alma. Esas palabras son las que atraen a Dios para atender a alguien, porque no hay hipocresía ni religiosidad. Dios está buscando personas así, que realmente estén dispuestas a obedecerlo sin cuestionar. Siempre digo que la Palabra de Dios no es para ser discutida ni cuestionada, sino obedecida», explicó.

Y el ejemplo de la fe y obediencia que Dios busca en las personas lo podemos encontrar en la historia de Abraham. Cuando el Señor le pidió a Isaac, en lugar de negarse, «Abraham se levantó muy de mañana, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus siervos y a Isaac, su hijo. Después cortó leña para el holocausto, se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho. Al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio de lejos el lugar. Entonces dijo Abraham a sus siervos: —Esperad aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros» (Génesis 22:3-5).

«Vea la visión de Abraham, era un hombre rico con más de 110 años, tenía muchos siervos que podían hacer todo en su lugar, pero cuando Dios habló con Él, no le pidió a nadie que hiciera las cosas por él. Abraham hizo todo, ¿sabe por qué? Porque cuando Dios nos pide una cosa, no podemos pasarle eso a nadie», destacó. «Al obedecer a Dios, no puede haber una tercera persona, uno mismo tiene que hacerlo tal y como Dios lo pidió. Por eso Abraham es el padre de la fe, porque es el ejemplo de cómo tiene que ser la fe en el Dios vivo. [Para Abraham, este acto] no era un peso ni una carga, sino una forma de adoración […]. Cuando hacemos algo para Dios, no estamos perdiendo nada, sino ganando».

Dos elementos necesarios

«Tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; luego tomó en su mano el fuego y el cuchillo y se fueron los dos juntos» (Génesis 22:6).

Abraham caminó durante 3 días con ese fuego y el cuchillo. Pero ¿qué significado tienen?

«Ese fuego representa al Espíritu Santo, y cuando lo lleva con usted, Él le da fuerza, le sostiene, le guía, ilumina sus caminos y le fortalece. Abraham llevó ese fuego y nunca se apagó, lo fue guiando hasta ese momento. Imagine cuántos pensamientos no habrán venido sobre Abraham y cuántas ideas el diablo no le habrá soplado. Y así sucede con nosotros, siempre que decidimos obedecer a Dios, hacer algo para Él, vendrán palabras, pensamientos y dudas para que desistamos […]. Mucha gente retrocede porque no llevan el Fuego con ellas», aclaró.

En cuanto al significado del cuchillo, el obispo Franklin refirió que simboliza a la espada de doble filo: «Abraham llevaba la promesa de Dios: que en Isaac sería llamada su descendencia. Entonces, él no miró hacia atrás, no se desanimó, no tropezó ni cuestionó porque llevaba esas dos cosas con él. Si usted lleva consigo la Palabra de Dios y el fuego del Espíritu Santo, llegará hasta el final. En esta caminata de la fe (hasta llegar a la vida eterna), enfrentaremos turbulencias […]. Y no tenemos que cuestionar ni dudar de la promesa de Dios. Porque si llevamos el Fuego con nosotros, este quema las dudas, la inseguridad, las preocupaciones… Si usted tiene la Palabra, la espada del Espíritu, con ella enfrentará al diablo. El Espíritu Santo y la Palabra son dos cosas que sustentan nuestra vida».

Abraham llegó hasta el final por esa razón y, justo en el momento crucial, Dios le proveyó un carnero:

«Entonces alzó Abraham sus ojos y vio a sus espaldas un carnero trabado por los cuernos en un zarzal; fue Abraham, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham a aquel lugar “el Señor proveerá”. Por tanto, se dice hoy: “En el monte del Señor será provisto”. Llamó el ángel del Señor a Abraham por segunda vez desde el cielo, y le dijo: —Por mí mismo he jurado, dice el Señor, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”.» (Génesis 22:13-18).

Entonces, ¿cuál es el secreto para que Dios haga cosas grandes en una vida? «Obedecer Su voz. Él no quiere obrar cosas pequeñas, sino grandes, pero necesita que usted Lo obedezca y no Lo cuestione. Tiene que hacerlo con todo su corazón, si no le negamos a Dios lo que quiere de nosotros, no nos negará lo que queramos de Él. Por eso usted debe tener el fuego y el cuchillo, porque si tiene estas dos cosas, no tendrá temor de darle a Dios lo que Él quiere, porque sabe que Dios le dará mucho más», finalizó.

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