«No podía tener alegría o enojo porque me desmayaba y me torcía. En el seguro me dieron muchos remedios, pero nunca se me quitó; de hecho, los huesos de algunas partes de mi cuerpo se fueron saliendo. Ya no podía ni barrer porque los huesos se inflamaban y me dolían. Duré años así, incluso sufrí dolores tremendos en la sien, yo ya no quería tomar pastillas porque pensaba que me estaban envenenado. En cuanto a la economía, a mi esposo no le pagaban, pedíamos fiado y el dinero que llegaba era para pagar lo que debíamos», contó María Guadalupe Cerda.
Esta situación que parecía imposible de resolver terminó afectando el ánimo de Guadalupe: «me sentía triste por todo lo que pasaba. Mi esposo comenzó a ir a la Universal y tiempo después quise ir con él. Con lo que aprendí de la Palabra, me di cuenta de mis fallas y lo que hacía mal con mi familia. Entonces, decidí ponerla en práctica. No fue de la noche a la mañana, pero por mi fe, el dolor de cabeza terminó y mis huesos sanaron
También comenzamos a prosperar y hoy tengo una economía estable. Aunque mi esposo murió, pude superarlo porque el propio Dios me dio consuelo y las fuerzas para lograrlo», finalizó.
Reunión de Sanidad
Si esta es tu situación o la de algún ser querido, te invitamos a participar en la Reunión de Sanidad. El encuentro tiene como objetivo enseñar a las personas a usar su fe para cambiar su situación de salud. Te esperamos todos los martes en la Universal más cercana.
Fuente: Organización Mundial de la Salud – febrero de 2021
(*) La Universal aclara que todos los conceptos emitidos en este sitio web, así como la programación de radio y de televisión, son cuestiones de fe, en modo alguno deben ser interpretados como elementos con atribuciones terapéuticas, sin demérito de la medicina, ni de quienes la practican. NO DEJES DE CONSULTAR A TU MÉDICO.