Cuando una persona no tiene el Espíritu Santo, es emocional, vive del corazón y por eso es débil.
Cuando tenemos el Espíritu Santo, no cedemos a las emociones. Sin el Espíritu Santo, incluso es posible hacer un trabajo con algún resultado y ahorrar dinero, como Lot. Pero este acaba siendo su ruina, porque la persona confía en las riquezas.
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Por eso, no se incline en la autoconfianza.
No somos nada, somos solo vasijas de barro.
Si el Tesoro sale de nosotros, ¡no queda nada de provecho!
