Amor y gracia

«Y que nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia» (2 Tesalonicenses 2:16).
Sabiendo del mundo de tinieblas y perdición que el hombre eligió, el Dios Padre se entristeció mucho por amar tanto a la humanidad. Entonces, tuvo que ofrecer una salida para todos, enviando a Su Hijo Unigénito para morir y resucitar, pagando por el pecado de todos los que creen en Él como el Sacrificio Perfecto. Así, les posibilitó a los redimidos a pasar la eternidad en el Reino de los Cielos.
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