Todos los días, el ser humano necesita hacer elecciones sobre a quién va a obedecer: a Dios, a sus manías o a otros.
Lo que necesitamos entender:
Todas las personas son siervas de aquel a quien obedecen. Si obedecemos a nuestras inclinaciones, manías, debilidades y errores, nos volvemos esclavos de ellas y el pecado se vuelve nuestro señor, atando nuestra vida.
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¿Qué dice la Biblia sobre esto?
«¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?» (Romanos 6:16).
Siendo que, naturalmente, estamos sujetos a alguien, que sea a Dios. Nosotros somos esclavos de quien obedecemos, entonces, si tenemos que servir a alguien, entonces, elijamos servir al Señor Jesús, el Salvador, que libera, perdona, transforma, bautiza con el Espíritu Santo y nos salva.
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