¿Y después de la muerte…?

¿Alguna vez se ha preguntado sobre el verdadero significado de vivir al máximo? Muchos creen que se trata de disfrutar de los placeres y bienes materiales de esta vida. Sin embargo, ¿en algún momento ha considerado a Dios y su alma?
«Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.» (Lucas 16:19-23).
En esta historia, Jesús no dijo que los ricos se van al infierno y los pobres al cielo. En el Santo Culto del pasado domingo 28 de julio, el obispo Franklin Sanches explicó que no es malo tener lo mejor y las condiciones de adquirir bienes, sino que las personas suelen darles más valor a las cosas de esta vida, pero no toman en cuenta que hay otra vida después de morir.
«Todo el mundo tiene fecha de nacimiento, pero nadie nace con fecha de caducidad. Algunos viven “la vida loca”, pero ¿y Dios? Ahí responden: “No lo necesito, soy joven, voy a aprovechar la vida”, sin embargo, ¿durante cuánto tiempo? Unos viven 95 años, otros 80, pero hay quienes viven 15 años. La ropa, el cuerpo, el coche…, todo se va a quedar, el problema es ¿qué va a pasar después de que su alma salga de su cuerpo?», dijo.
«Entonces, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama […]. Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” Abraham le dijo: “A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!”. Él entonces dijo: “No, padre Abraham; pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán”. Pero Abraham le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos.”» (Lucas 16:24-31).
La decisión de ir al Cielo o el infierno solo la podemos tomar en esta vida, no después de morir. El Señor Jesús es el único que puede darnos información clara sobre el Cielo y el infierno. Y a través de esta historia, queda claro que nadie puede regresar después de la muerte, por eso tenemos a nuestro alcance la Palabra y la oportunidad de aceptar a Jesús.
«No juegue y no piense que tiene tiempo. Viva cada día como si fuera el último, es decir: ame más a sus hijos y a sus padres, porque puede ser el último día que los vea; haga el bien, puede ser la última vez que lo haga; aproveche las cosas simples; trate con más cariño a su pareja, porque puede que mañana ya no pueda hacerlo… La vida es un soplo, no desprecie su salvación. Jesús está llamándole hoy. Tal vez usted está perdido, sin rumbo, aproveche este momento y entréguele su vida, Él le dará la paz y la alegría de la salvación […]. Si se apartó y está regresando con Jesús, Él le perdona por su pasado, no importa lo que hizo, Él le trajo de regreso porque quiere salvarle, empiece de nuevo… La pregunta del millón es ¿quién quiere esa salvación?», finalizó.
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